Nunca es tarde para empezar
Por Freddie Johnson C.
En los primeros días de diciembre del 2006, mi esposa me llamó por teléfono para comunicarme que estaría en casa de sus padres. Su abuela de más de noventa años estaba a punto de morir.
Como ministros de la palabra de Dios, es nuestra responsabilidad ganar almas para el reino de los cielos. De modo que fui hasta la casa de mis suegros con la intención de hacer que esta moribunda anciana formalizara su estado espiritual antes de morir. Ya para cuando esto esta aconteciendo ella, la abuela moribunda, no ve, no habla ni ingiere alimentos sólidos, sólo agua que es suministrada de manera oral con un gotero.
Mientras hacía el protocolo para que esta anciana recibiera a Jesús como salvador personal, mi suegro se presentó en el aposento y con lágrimas aguantadas, profirió el siguiente comentario: “¡No se para qué estoy en este mundo!”
Finalicé la liturgia propia de este acontecimiento y luego me senté junto a mi suegro. (Entienda Usted, mi suegro es un hombre muy trabajado y ya esta retirado con setenta años sobre sus espaldas y dos intentos de infartos y mas de cinco hospitalizaciones por sus problemas cardiacos). Preocupado por su comentario, supuse que tenía que hablarle de lo a tiempo que estaba para encontrar el propósito de su vida y su necesidad de recibir a Jesucristo independientemente de sus setenta años. Imaginé que después de su desalentador comentario su repuesta sería positiva ante mi invitación para que se arrepintiera de todos sus pecados. Hice una breve exposición de la importancia de tener a Jesús en nuestros corazones y como encontrar sentido para su vida aun en la vejez y luego giré la invitación casi seguro de que aceptaría hacer la oración. “Por lo menos sería cortés –pensé- y repetirá después de mi una simple oración para recibir a Jesús”.
Me sorprendió con un enérgico “Usted me perdona, pero déjeme así como estoy. De ninguna manera estoy haciendo nada en el mundo.” –Concluyó.
No he podido dejar de pensar en esta experiencia y de lo apretados que son los lazos del pecado en las extremidades espirituales de una persona. Pero sobre todo, me hizo reflexionar sobre la vejez. ¿Tiene que ser la vejez tan infructuosa y sin sentido? Estas cavilaciones se inmiscuyeron en mí inconscientemente y se convirtieron en parte de mis meditaciones diarias por los próximos días.
Así que mientras trabajaba la corrección de uno de mis libros, buscaba una lectura alternativa para alimentar uno de los capítulos y…¡zas! Me encontré con la siguiente historia:
Misión retardada
Cuando Lois Secrist tenía quince años le prometió a Dios que iría como misionera al extranjero quizás al África o la India, para ayudar a los necesitados. Pero nunca realizó ese viaje de misericordia.
A los veintitrés años se casó con Galon Prater un apuesto obrero de labranzas que con el tiempo se volvió un bebedor empedernido. Muchos años después Galon se convirtió al cristianismo y testificó a sus compañeros de bebidas acerca de Jesús. Pero ya en ese entonces tenía casi ochenta años y su muerte estaba cerca. Cuando murió el 9 de febrero del 1988, Lois recuperó su anhelo de infancia de convertirse en misionera.
Al principio sintió algo de resistencia interior. A sus setenta y seis años creyó que su oportunidad de servir en el extranjero como misionera había pasado. Se consideró demasiado vieja para ir y sin fuerzas para hacer un viaje de misiones. Pero estaba dispuesta a cumplir su inolvidable promesa. Remordida por el recuerdo de no haber hecho caso al llamado de Dios cuando era adolescente, no rechazaría una segunda oportunidad de convertirse en misionera.
De modo que a los 87 años Lois se ha convertido en la increíble constructora de un orfanato en Filipinas, una cuerda de salvamento para más de 30 niños cuyas vidas rescató del rechazo, la delincuencia y el maltrato de sus padres.
Hoy día, los más de treinta huérfanos que viven en la casa blanca adornada, sobre un terreno de setecientos metros cuadrados y de dos niveles, llaman a Lois “Lola” que significa abuela en el dialecto local.
Lois ha levantado el orfanato sin pedir préstamos, confiando en el apoyo económico individual que le llega desde todos los EU. Debido a su edad, ninguna denominación eclesial la apoya y depende únicamente de donaciones privadas.
Cuando se le pregunta si eso no la pone nerviosa, Ella dice con confianza: “sirvo a un Dios poderoso. El tiene el control. No me siento con suficiente talento para hacer nada de esto pero Dios me capacita. Mi responsabilidad es hacer lo que puedo.
****
Job 3:20-25
¿Por qué se da luz al trabajado, Y vida a los de ánimo amargado, Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros; Que se alegran sobremanera, Y se gozan cuando hallan el sepulcro? ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,
Y a quien Dios ha encerrado? Pues antes que mi pan viene mi suspiro, Y mis gemidos corren como aguas. Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía.
Por Freddie Johnson C.
En los primeros días de diciembre del 2006, mi esposa me llamó por teléfono para comunicarme que estaría en casa de sus padres. Su abuela de más de noventa años estaba a punto de morir.
Como ministros de la palabra de Dios, es nuestra responsabilidad ganar almas para el reino de los cielos. De modo que fui hasta la casa de mis suegros con la intención de hacer que esta moribunda anciana formalizara su estado espiritual antes de morir. Ya para cuando esto esta aconteciendo ella, la abuela moribunda, no ve, no habla ni ingiere alimentos sólidos, sólo agua que es suministrada de manera oral con un gotero.
Mientras hacía el protocolo para que esta anciana recibiera a Jesús como salvador personal, mi suegro se presentó en el aposento y con lágrimas aguantadas, profirió el siguiente comentario: “¡No se para qué estoy en este mundo!”
Finalicé la liturgia propia de este acontecimiento y luego me senté junto a mi suegro. (Entienda Usted, mi suegro es un hombre muy trabajado y ya esta retirado con setenta años sobre sus espaldas y dos intentos de infartos y mas de cinco hospitalizaciones por sus problemas cardiacos). Preocupado por su comentario, supuse que tenía que hablarle de lo a tiempo que estaba para encontrar el propósito de su vida y su necesidad de recibir a Jesucristo independientemente de sus setenta años. Imaginé que después de su desalentador comentario su repuesta sería positiva ante mi invitación para que se arrepintiera de todos sus pecados. Hice una breve exposición de la importancia de tener a Jesús en nuestros corazones y como encontrar sentido para su vida aun en la vejez y luego giré la invitación casi seguro de que aceptaría hacer la oración. “Por lo menos sería cortés –pensé- y repetirá después de mi una simple oración para recibir a Jesús”.
Me sorprendió con un enérgico “Usted me perdona, pero déjeme así como estoy. De ninguna manera estoy haciendo nada en el mundo.” –Concluyó.
No he podido dejar de pensar en esta experiencia y de lo apretados que son los lazos del pecado en las extremidades espirituales de una persona. Pero sobre todo, me hizo reflexionar sobre la vejez. ¿Tiene que ser la vejez tan infructuosa y sin sentido? Estas cavilaciones se inmiscuyeron en mí inconscientemente y se convirtieron en parte de mis meditaciones diarias por los próximos días.
Así que mientras trabajaba la corrección de uno de mis libros, buscaba una lectura alternativa para alimentar uno de los capítulos y…¡zas! Me encontré con la siguiente historia:
Misión retardada
Cuando Lois Secrist tenía quince años le prometió a Dios que iría como misionera al extranjero quizás al África o la India, para ayudar a los necesitados. Pero nunca realizó ese viaje de misericordia.
A los veintitrés años se casó con Galon Prater un apuesto obrero de labranzas que con el tiempo se volvió un bebedor empedernido. Muchos años después Galon se convirtió al cristianismo y testificó a sus compañeros de bebidas acerca de Jesús. Pero ya en ese entonces tenía casi ochenta años y su muerte estaba cerca. Cuando murió el 9 de febrero del 1988, Lois recuperó su anhelo de infancia de convertirse en misionera.
Al principio sintió algo de resistencia interior. A sus setenta y seis años creyó que su oportunidad de servir en el extranjero como misionera había pasado. Se consideró demasiado vieja para ir y sin fuerzas para hacer un viaje de misiones. Pero estaba dispuesta a cumplir su inolvidable promesa. Remordida por el recuerdo de no haber hecho caso al llamado de Dios cuando era adolescente, no rechazaría una segunda oportunidad de convertirse en misionera.
De modo que a los 87 años Lois se ha convertido en la increíble constructora de un orfanato en Filipinas, una cuerda de salvamento para más de 30 niños cuyas vidas rescató del rechazo, la delincuencia y el maltrato de sus padres.
Hoy día, los más de treinta huérfanos que viven en la casa blanca adornada, sobre un terreno de setecientos metros cuadrados y de dos niveles, llaman a Lois “Lola” que significa abuela en el dialecto local.
Lois ha levantado el orfanato sin pedir préstamos, confiando en el apoyo económico individual que le llega desde todos los EU. Debido a su edad, ninguna denominación eclesial la apoya y depende únicamente de donaciones privadas.
Cuando se le pregunta si eso no la pone nerviosa, Ella dice con confianza: “sirvo a un Dios poderoso. El tiene el control. No me siento con suficiente talento para hacer nada de esto pero Dios me capacita. Mi responsabilidad es hacer lo que puedo.
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Job 3:20-25
¿Por qué se da luz al trabajado, Y vida a los de ánimo amargado, Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros; Que se alegran sobremanera, Y se gozan cuando hallan el sepulcro? ¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,
Y a quien Dios ha encerrado? Pues antes que mi pan viene mi suspiro, Y mis gemidos corren como aguas. Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía.
- Salmos 6:5
Porque en la muerte no hay memoria de ti;
En el Seol, ¿quién te alabará?
Para algunos la juventud es el momento preciado para obtener la realización en la vida. Cuando el tiempo ha pasado y los años dejan sus cicatrices, todo parece desvanecerse. Sin embargo todavía hay sentido y propósito dispuesto de Dios para las personas. No todo termina con los años. Lo interesante de la vejez es lo sabio que puede llegar a ser las personas y la cantera de experiencia acumulada que evita las metidas de pata.
Para muestra solo un botón: - Inmanuel Kant escribió sus mejores obras filosóficas a los 63 años
- Verdi compuso su clásico Avemaría a los 85 años.
- Miguel Ángel tenía 87 años cuando terminó su más extraordinaria obra de arte “La piedad”.
- Ronald Reagan fue el hombre más poderoso del mundo a los 65 años.
- Joaquín Balaguer Gobernó la nación Dominicana ya ciego por vejez y a sus 92 años era el primer consejero en materia de estado de todos los políticos Dominicanos.
- José tenia 110 años cuando recibió la visión de la visitación de Dios sobre Israel y vio hasta la tercera generación de sus hijos.
- Moisés tenía 80 años cuando libertó a Israel y 120 cuando lo llevó hasta la rivera del Jordán.
- Caleb tenia 85 años cuando conquisto el monte soñado.
- David en su lecho de muerte gobernaba a Israel y daba instrucciones sobre las medidas a tomar después de su muerte.
Es absurda la idea de que la vida comienza a declinar a los cincuenta o sesenta años.
¿Cómo vivir vidas abundantes independientemente de la juventud, vejez, la enfermedad, la salud y la pobreza o la riqueza?
Sólo a través de Jesús.
Jesús dijo:
- Juan 10:10
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. - Juan 3:36
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. - Juan 5:24
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Sólo aplicando la sabiduría
- Feliz aquel que me escucha, y que día tras día se mantiene vigilante a las puertas de mi casa. Porque hallarme a mí es hallar la vida y ganarse la buena voluntad del Señor; pero apartarse de mí es poner la vida en peligro; ¡odiarme es amar la muerte!
Sólo escogiendo bien
- Deut. 30:19
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; 20amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.
De modo que ante la ineludible realidad de la llegada de los años, todavía tenemos la gracia de Dios para crear, iniciar, trabajar, servir, dar, publicar, ministrar, levantar un jardín, corregir, aportar sabiduría y consejo y hasta para crear la mejor obra. Recordemos aquella aseveración de Dios a traves del profeta Isaias: "Mientras el pabilo humea hay esperanza".
Nunca es tarde para comenzar!
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