
La amé aquel extraño día
Como la luz escondió a la oscuridad la primera vez
-el abuelo con gracia decía-
Con huraños ojos y guiños que estremecían mi ser.
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Cada tarde a mi puerta venía
Como nutria que se acerca a la orilla en busca del pez
-el abuelo con cariño decía-
Revelándome su amor secreto en un taciturno atardecer.
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Con donaire de señora se veía
Aunque sus mejillas revelaban sus infantes ademanes,
Hablábamos hasta que oscurecía
Hasta que por encima de la verja la llamaba su madre.
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Y así, cada tarde me hablaba el abuelo de ella
Y aprendí de sus libros y rosas,
A identificar en la oscuridad su estrella
Obsequiada junto al lucero de las osas.
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Aprendí de sus cabellos negros y ojos castaños,
De sus carreras sobre el pasto y la calle,
De sus mejillas rojas y palabras de antaño
Y de sus caminatas hasta el parque.
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Un extraño día llego la noticia
De que mi niña estaba enferma
-contaba el abuelo como nodriza-
Vestí mi mejor sombrero y pense: “ella me espera”
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Llegue hasta la puerta del hospital
Albergando en mis recuerdos la carita que conocí,
Pregunte por ella, como su nombre olvidar!
Y llegue hasta la cama y pense: “me confundí”
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Una lagrima rodó por la arrugada mejilla del abuelo
Al describir aquella decepcionante escena
Tome -decía- en mis manos mi sombrero
Y me aleje sin que ella lo advirtiera.
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Han pasado muchos atardeceres
Y el abuelo no me cuenta mas de ella,
Será que ya no la quiere?
O será que vive en sus recuerdos
[y en la realidad esta muerta…?
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